
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo cómo a ti mismo. Lucas 10:27
¿Quién es tu prójimo? El diccionario de la Real Academia Española dice así: Hombre respecto de otro, considerados bajo el concepto de la solidaridad humana.
Así que Dios para ser nuestro prójimo, debió hacerse humano; de otra manera no sería un hombre respecto a otro hombre.
A la ves debía seguir siendo Dios, porque no podía perder su esencia.
En la parábola del buen samaritano, Lucas 10, Jesús relata un hecho que llama tremendamente la atención, "un hombre que es atacado por ladrones, robado y golpeado fuertemente; queda tirado al borde de un camino solitario"
Por ese lugar pasan solamente tres sujetos: un sacerdote, un levita y un samaritano. ¿Cual de los tres sería el prójimo o próximus, según el griego,? Parece ser que no lo era el sacerdote, aunque era un gran religioso y aún su atuendo se lo declaraba, cómo a muchos hombres y mujeres de hoy; que por su forma de vestir dicen: soy muy creyente.
También pasó un levita, colaborador del sacerdote, cómo muchos hoy; son buenos colaboradores en los templos cristianos; pero ninguno resultó ser el prójimo de aquel desdichado.
Nuestro primer prójimo es Jesús, si no lo amamos a El difícilmente podamos amar a nuestros semejantes; bien lo dijo: "Si no lo hiciste a uno de estos pequeñitos, tampoco a mi lo hiciste", o lo contrario: "Por cuanto lo hiciste a unos de estos pequeñitos a mí lo hiciste"
El tercer hombre que pasa por allí, es el samaritano; sin aspecto religioso, menospreciado por la clase distinguida, el último de los tres en que se podía esperar algo; y sin embargo fue movido a misericordia. Clarito dice la Biblia: "Misericordia quiero y no sacrificio"
Muchos están dispuestos a hacer sacrificios, sobre todo cuando hay alguna recompensa, reconocimientos, cargos o jerarquías; pero pocos son los que en un lugar apartado, sin aplausos ni reconocimientos; se atreven a extender sus manos al necesitado.
Dios nos ayude a reflexionar sobre nuestras actitudes, pensemos que aquel buen samaritano que se menciona en la parábola, es nada más y nada menos que Jesús.
Si tienes comunión con el; ve y as tú lo mismo.
¿Quién es tu prójimo? El diccionario de la Real Academia Española dice así: Hombre respecto de otro, considerados bajo el concepto de la solidaridad humana.
Así que Dios para ser nuestro prójimo, debió hacerse humano; de otra manera no sería un hombre respecto a otro hombre.
A la ves debía seguir siendo Dios, porque no podía perder su esencia.
En la parábola del buen samaritano, Lucas 10, Jesús relata un hecho que llama tremendamente la atención, "un hombre que es atacado por ladrones, robado y golpeado fuertemente; queda tirado al borde de un camino solitario"
Por ese lugar pasan solamente tres sujetos: un sacerdote, un levita y un samaritano. ¿Cual de los tres sería el prójimo o próximus, según el griego,? Parece ser que no lo era el sacerdote, aunque era un gran religioso y aún su atuendo se lo declaraba, cómo a muchos hombres y mujeres de hoy; que por su forma de vestir dicen: soy muy creyente.
También pasó un levita, colaborador del sacerdote, cómo muchos hoy; son buenos colaboradores en los templos cristianos; pero ninguno resultó ser el prójimo de aquel desdichado.
Nuestro primer prójimo es Jesús, si no lo amamos a El difícilmente podamos amar a nuestros semejantes; bien lo dijo: "Si no lo hiciste a uno de estos pequeñitos, tampoco a mi lo hiciste", o lo contrario: "Por cuanto lo hiciste a unos de estos pequeñitos a mí lo hiciste"
El tercer hombre que pasa por allí, es el samaritano; sin aspecto religioso, menospreciado por la clase distinguida, el último de los tres en que se podía esperar algo; y sin embargo fue movido a misericordia. Clarito dice la Biblia: "Misericordia quiero y no sacrificio"
Muchos están dispuestos a hacer sacrificios, sobre todo cuando hay alguna recompensa, reconocimientos, cargos o jerarquías; pero pocos son los que en un lugar apartado, sin aplausos ni reconocimientos; se atreven a extender sus manos al necesitado.
Dios nos ayude a reflexionar sobre nuestras actitudes, pensemos que aquel buen samaritano que se menciona en la parábola, es nada más y nada menos que Jesús.
Si tienes comunión con el; ve y as tú lo mismo.
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