
En la antigüedad, la Iglesia Católica perseguía y castigaba a las personas que no actuaban o creían en Dios de acuerdo a sus dogmas y tradiciones. Lo que se llamó "la inquisición".
El término Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia Católica, aunque también hubo un tribunal del mismo género entre el calvinismo y otras denominaciones protestantes. La herejía en la era medieval muchas veces se castigaba con la pena de muerte, y de ésta se derivan todas las demás.
Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una práctica antigua de la Iglesia católica, la Inquisición medieval fue establecida en 1184 mediante la bula del Papa Lucio tres como un instrumento para acabar con la herejía cátara.
Fue el embrión del cual nacería el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio. El castigo físico a los herejes fue asignado a los laicos. Mediante esta bula, se exigía a los obispos que interviniesen activamente para extirpar la herejía y se les otorgaba la potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis.
A las anteriores disposiciones, agregamos el que cualquier arzobispo u obispo, por sí o por su archidiácono o por otras personas honestas e idóneas, una o dos veces al año, inspeccione las parroquias en las que se sospeche que habitan herejes; y allí obligue a tres o más varones de buena fama, o si pareciese necesario a toda la vecindad, a que bajo juramento indiquen al obispo o al archidiácono si conocen allí herejes, o a algunos que celebren reuniones ocultas o se aparten de la vida, las costumbres o el trato común de los fieles. (Funte Wikipedia)
Hoy día, muchos grupos cristianos y de otras denominaciones, aunque no practican castigos y mucho menos la pena de muerte a las personas que no se ajustan a su modo de creer, a sus costumbres o a sus enseñanzas, sin embargo les aplican una pena no menor, al afirmar que si esta no vuelve al redil permanece en muerte espiritual.
Ese golpe mordaz y traicionero, hace que las personas débiles de conciencia se sometan, o desangren en vida y se rebelen aún más, haciendo de su vida un verdadero caos interior y pierdan la paz.
¿Su pecado? No ajustarse a las reglas establecidas por dicha congregación, ¿Su condición ante Dios? Rebelde, desobediente. ¿Su estado? Cristiano apartado, mundano, ¿Su pena? Muerte espiritual ¿Su fin? Volver al redil arrepentido o queda en la condición de separado de Dios o en otras palabras; destinado a la muerte eterna.
No es poca cosa, todos estos cargos, que solamente son algunos, contra una persona que solamente se acercó una vez a una congregación en busca de paz y amor, sin estudios teológicos de ninguna naturaleza, y que después de un tiempo, por alguna razón decide dejar el grupo e irse por otro camino creyendo en Dios y aún permaneciendo en la fe cristiana.
El único requisito que Jesús les puso a las personas era creer en él, y sigue siéndolo hasta el día de hoy, las congregaciones se vuelven sectarias cuando obligan a sus fieles a permanecer en la misma a no ser por una verdadera razón, como una mudanza u otra cosa; pero nunca aceptan que las personas pueden estar desconforme por algo que sucede en dicha congregación, se siente incómoda y se va.
O no esta conforme en la manera que se manejan las cosas y decide irse a otra congregación o creer en casa, El la Biblia esta el caso de el apóstol Pablo que se separa de Bernabé porque tenían puntos de vista diferentes y no por eso quedaron ninguno de los dos expuestos al infierno.
Tierra de Zabulón, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles ; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en sombra de muerte luz les resplandeció.
La luz no es un rayo que te puede matar, la luz no lastima, es suave, bella, ilumina y te hace ver las cosas de un modo sencillo y práctico, solo tienes que abrir los ojos para ver, las tinieblas te entorpecen, te someten, te produce un caos, como cuando nos cortan la luz de noche y tropezamos con las cosas. El que posee una linterna no le alumbra a los ojos del otro que está en oscuridad, sino le alumbra el camino para que no tropiece.
Nosotros los que decimos poseer la verdad, no debemos lastimar al otro con la supuesta verdad, sino iluminarle el camino para que el elija el sendero por donde debe andar, pueden ser las personas que nos rodean como así nuestros propios hijos y familia.
Si no somos una secta, debemos iluminar como Jesús iluminó al pueblo de Galilea, pueblo despreciado por los religiosos más ortodoxos pero sin embargo a Jesús no lo crucificaron en Galilea de los gentiles, en el lugar de sombras de muerte, sino en la ciudad religiosa de Jerusalén, en el lugar donde estaba el templo y donde vivían, entre comillas, la personas más ilustres.
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