¿Somos hijos del rigor?


En todo el sentido de nuestra vida, me pregunto: ¿Somos hijos del rigor? para todas las cosas parece ser que si no nos tienen con la vara no entramos en razón, siempre está la exigencia por delante.

Lo vemos todos los días, nadie va a respetar un semáforo si no es por temor a una multa, nadie va a ceder el paso conduciendo un automóvil si no es porque va a chocar, y a veces el límite es tan finito, o en otras palabras reaccionamos tan al límite que nos encontramos que ya es demasiado tarde.

Nos pasa con la salud, no digo todas las personas, pero la gran mayoría, si no es porque alguna comida nos hace daño o alguna bebida, seríamos incapaces de comer o beber con moderación, solo cuando se presenta el dolor o la enfermedad, reaccionamos.

En la práctica de algún ejercicio, nos suele pasar que somos capaces de cualquier sacrificio, cuando estamos obligados por el trabajo o la necesidad; pero son pocos los que tienen esa voluntad y perseverancia de practicar un deporte o un ejercicio constante para el bien de nuestro cuerpo.

Ni hablar del clima, estamos esperando que se derrita el planeta para entender la importancia que tiene el cuidado de la naturaleza, el cuidado de los animales, la contaminación. Sería tan sencillo respetar cada uno de los cuidados que hay que tener, separar la basura, no dañar los espacios verdes, cuidar el agua, en fin, son cosas pequeñas pero que hacen grande la vida.


Que digo de la religión, es tan sencillo lo que Dios nos pide, que tiene más que ver con el sentido común, que con una religión, solo creer en Dios, se cae de maduro que alguien tuvo que crearlo todo, después, los mandamientos tienen que ver con nuestra forma de vida, no matarás, no robarás, ect. ect.

Ni siquiera debería existir la religión si todos nos manejáramos con lo que dice el apóstol Pablo, el resumen de la ley es el amor, con el amor al prójimo no existe la ley, porque el cumplimiento de la ley es el amor al prójimo.
La religión es otro campo de nuestra vida donde demostramos que somos hijos del rigor, que somos incapaces de vivir y de hacer bien si no nos tienen con el látigo, y eso es malo, lo bueno es examinarnos nosotros mismos, practicar el bien, hacer inca pié en eso como conductores de nuestra propia vida y ejemplo de nuestros hijos.

Comentarios