Leyendo el diario encontré esta nota:

Cuando la religión ya no convence


En primer término habla de una mujer quien decide tomar una decisión de abandonar la fe, luego de sepultar a su hijo de diecinueve años muerto en un accidente de tránsito.
Creo que las situaciones trágicas de la vida no se resuelven con abandonar la fe, al fin y al cabo lo que ha sucedido ha sucedido de un modo u otro y con abandonar la fe lo único que hacemos es descender un escalón y soportar una tremenda prueba con el agravante de perder las esperanzas. 

El otro caso se trata de un joven quien tiene 25 años y es estudiante de Letras en la Universidad de Buenos Aires, institución a la que accedió luego de ir a un colegio religioso durante primaria y secundaria. "Cambié de entorno y eso me hizo conocer nuevas maneras de 'guiar' la vida, desde acercarme a personas con otras creencias hasta rodearme de una mayoría atea por primera vez en mi vida, y eso me hizo replantearme las ideas en las que fui educado".

Creo que tener amigos ateos no debería hacer menguar nuestra fe, la fe no tiene nada que ver con el entorno, quizá hayamos sido educados y criados en ambientes cristianos sin tener fe, y comúnmente acostumbramos a llamar fe a lo que solamente sería la cáscara, es decir a todo lo que rodea a una persona por fuera, pero si la fe permanece en el corazón, más allá de la religión a la que estamos acostumbrados, eso nunca menguará. Fallarán los hombres, las instituciones, pero la fe siempre permanecerá.

Para él, (sigue diciendo la nota) el camino fue intenso: primero, recuerda, sintió culpa por cuestionar los valores que sus padres le habían inculcado –"Yo sabía que ellos siempre pensaron en educarme de la mejor manera", dice-; después se peleó duramente con esas ideas "porque habían sido impuestas" y desde hace algún tiempo, sostiene, llegó el balance: "En mi casa saben que renuncié a nuestra fe porque me cuestioné algunas cosas no sólo de la Iglesia como institución, sino de la propia narración histórica del catolicismo; al principio fue duro y sé que fue doloroso para mis padres, también para mí, pero ahora podemos debatir con distintos puntos de vista y eso nos ha enriquecido, creo".

Eso es un grave problema, yo en mi caso personal, he sabido separar las cosas, fui golpeado muy duramente por las personas que yo creía eran las mejores, ni siquiera me puse a cuestionar la historia, lo que sufrí, lo viví en carne propia, fui traicionado por los que supuestamente eran "amigos cristianos" maltratado por la misma institución, incomprendido y dejado de lado después de servir fielmente durante 25 años; pero sin embargo, eso no ha hecho menguar mi fe en Dios, por el contrario ha crecido.

Durante muchísimos años he visitado cárceles, he viajado y estado con criminales en unidades penitenciarias de máxima seguridad, brindé apoyo y contención desinteresado a jóvenes delincuentes dentro y fuera del penal para sacarlos de la droga y la delincuencia. Sin embargo en una ocasión fui asaltado por un delincuente quien casi asesina a mi hijo de un disparo en la cabeza. Pero mi fe no menguó, mi hijo salió adelante después de una dramática carrera contra la muerte, sin que Dios me haya abandonado un segundo. 

Hoy mi hijo esta perfectamente sano, las personas que me hicieron daño siguen su camino, las Iglesias y las instituciones hacen lo suyo; bien o mal no importa, los delincuentes siguen en las calles; pero Dios, por sobre todas las cosas Dios sigue estando allí. Tengo amigos ateos y son muy buenos, amigos creyentes y también lo son. Creo que no debemos meter todo en la misma bolsa; pero antes de tomar una decisión tan delicada como el hecho de abandonar la fe, preguntémonos si es que, realmente, alguna vez hemos tenido fe. 

LA FE JAMÁS SE DEBE ABANDONAR.











    

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