Qué hermosa sensación en el cuerpo y el espíritu es la de levantar vuelo, viendo las aves o los aviones, cualquiera de ellos nos transporta. Alejarnos de lo cotidiano, de la rutina y lo de siempre para elevarnos a otra dirección. Solo la mirada al cielo ya nos traslada, respiramos hondo y ya estamos viajando a otras tierras, a otras realidades, a otras sensaciones distintas de las que estamos acostumbrados. Si te pasa esto a veces, entendes lo que quiero decir. Desde tu lugar, cualquiera que sea, levantemos vuelo cambiando para mejor algunas situaciones de nuestras vidas. 

La mirada al cielo y levantar vuelo significa en este caso abandonar todas las rutinas que no te hacen bien para hacer nuevas elecciones. De por sí tu mente no siempre trabaja en la frecuencia que necesitas. Debe ser regulada para su mejor funcionamiento, y la manera correcta es calmarla, apaciguarla. Darle momentos de silencio en los que ninguna de las preocupaciones habituales ocupe el foco de la atención. Trata de callarla, poner música suave, y quedarte en silencio interno. Visualiza en tu mente imágenes de aves volando, un cielo azul, un lago tranquilo o un mar sereno. Y permitite disfrutar ese momento de paz que te estás regalando. Todo parecerá más fácil después. 


No te quedes atado a lo que detiene tu crecimiento interior. No te quedes donde no te sientas a gusto. No te conformes con eso que no te llena. Ya aprendimos cuáles son las formas de actuar en tu vida que te impulsan hacia adelante, y cuáles son las que detienen tu vuelo. Todas las cosas que te generan desinterés, pesimismo, falta de entusiasmo y también tristeza y decepción, son las que no corresponden a tu evolución. Lo peor que te puede pasar es conformarte con pasar el tiempo sin nada que te entusiasme, porque es una renuncia continua y progresiva a descubrir tu esencia y lo que te hará feliz. El conformismo te lleva a perder el sentido de tu vida, y esa es la peor traición que te podrías hacer a vos mismo.


Autora Belen Manzo


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