El misterio de la encarnación


Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros( y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de verdad. Juan 1:14

Aquel Verbo, que profundidad tiene esta palabra, el verbo es la palabra, y la palabra es nada más y nada menos que la palabra de Dios. Con la cual creó el universo, con la cual nos da vida, sustenta todas las cosas y con la que también condenará a los malos en el cumplimiento de todos los tiempos.

Aquel Verbo, con mayúscula, es nada más y nada menos que Jesucristo, quien se hizo carne o sea se encarnó en un ser como tu y como yo, tubo hambre, tubo sed, sufrió el cansancio, dolor, tristeza, padeció los sinsabores de la vida, como cualquier ser de carne y huesos.

Vivió, trabajó, cumplió la palabra, como general mente no lo hace nadie, porque hablamos, decimos muchas cosas pero la mitad de ellas no son compatibles con nuestra vida, El se hizo uno con la palabra, la habló y la cumplió.

Lo más maravilloso es que El se hizo uno con el ser humano, a quien iba dirigida la palabra, de otro modo no tenía sentido cumplirla, para ello se despojó de si mismo, pues, habiendo sido Dios se hizo hombre al punto de morir en la cruz, porque también en eso debía cumplir su palabra.

Y nos salvó, El mismo que es perfecto, que descendió y cargó con lo peor del ser humano, para que antes de El no haya nada y después de El tampoco, descendió a lo más oscuro y profundo del ser humano para poder ser su juez; pero también su salvador.

De ti depende como lo quieras ver; como juez, no tendrás argumentos delante de El, pero lo puedes tener como salvador si tan solo crees en su salvación para tu vida.







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