La esperanza


Clamé a ti, oh Dios, y dije: Tú eres mi esperanza y mi porción en la tierra de los vivientes. Salmos 142:5

Cuando una persona pierde la esperanza; pierde absolutamente todo, cuando ya no tiene más en quien confiar en esta vida y termina solo encerrado en su propia desgracia, es hasta probable que no tenga más ganas de vivir.

El ser humano es la criatura más frágil, esta constituido de una manera tan especial que lo mismo que lo hace fuerte también lo debilita, es inteligente y espiritual y es consciente de que toda su felicidad o todos sus logros de una vida, se pueden derrumbar en un instante.

Podrá crear sus propias fortalezas, dinero, fama, fuerza, rudeza o cualquier otra cosa; pero sabe que en cualquier momento todo eso se terminará.
El hijo de Dios o creyente, podrá perder muchas cosas, estará solo y triste, pobre, sin nada; pero una cosa lo mantendrá siempre con la mirada puesta en su esperanza.

La esperanza en Dios, la que nunca dejará de ser y está por encima de todas las cosas, en la cual el ser humano puede sentir que está aferrado cómo a un ancla, que cuanto mayor es la tormenta, mayor es su confianza y esperanza y que jamás lo abandonará.

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