Un silbo apacible y delicado


Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová, pero Jehová no estaba en el viento, y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto. 1 Reyes 19.11 al 13

Que maravillosa experiencia cuando Dios se nos hace presente a través de su Espíritu Santo, y penetra en nuestro corazón como un suave silbo, apacible y delicado, que nos redarguye y convence de pecado, rindiéndonos a sus pies con esa paz que solo en Dios podemos encontrar.

Por años el cristianismo manifestó su lado negativo persiguiendo y hasta maltratando a las personas con palabras duras y hasta amenazantes de un infierno inminente; pero eso solo han sido los hombres, con sus presagios de vientos, terremotos y fuegos impetuosos.

Dios en cambio advierte al hombre desde hace siglos, pero en su trato personal con cada persona es dulce y apacible hablando al corazón por medio de su Espíritu.
La única manera de cambiar a una persona es dejando que obre en ella el Espíritu Santo el cual es como un viento, El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido; más no sabes de donde viene ni a donde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Juan 3:8

Cada ves que actuamos como humanos que somos, tratando de cambiar a las personas con nuestros argumentos y hasta gritos y amenazas lo único que logramos es que las personas se alejen de Dios, y tengan una imagen de El que no es cierta.

Comencemos por cambiar primeramente nosotros mismos y veremos cambios en los demás, seamos parte de ese silbo apacible y delicado, y dejemos obrar al Espíritu de Dios que El sabe mejor como tratar a las personas por que somos su creación.

Comentarios