Cuando cante el gallo


Estaba, pues Pedro, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tu de sus discípulos? El negó y dijo: No lo soy.
Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo. Juan 18:25 y 27

Pedro negó a Jesús, porque no tubo el valor de reconocer que pertenecía a aquel que estaba pasando por su hora de humillación, no tenía temor a que lo mataran; porque ya anterior mente había demostrado que era capaz de luchar a mano armada para defender a Jesús.

El problema está en la mente, cuando pasan las horas y vemos a Jesús allí humillado y ultrajado por los hombres incrédulos y nosotros nos sentimos incapaces de defender su honor.

¿Cuantas veces en rondas de charlas entre compañeros de trabajo habremos sentido la tentación de salir furtivamente del lugar por escuchar palabras ofensivas con respecto a nuestro Dios?

¿Cuantas veces nos habremos hecho los distraídos ante este mundo extremo y pecador, cuando en realidad; ellos deberían sentirse avergonzados al estar ante un hijo de Dios?

¿Será que Dios está probando la fibra íntima de nuestro ser? Porque el problema es con nosotros mismos; Pedro lloró amargamente luego que canto el gallo y recordó que Jesús se lo había dicho:
-"Antes que el gallo cante dos veces me negarás tres veces"

No se trata de salir a defender a cuchilladas al Señor, Si no, más bien ¿cómo estamos muy dentro nuestro?
¿Nos da vergüenza ser hijos de Dios? Sería bueno preguntárnoslo antes de que cante el gallo.

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