
Si probáramos a hablarte, te será molesto; pero ¿Quién podrá detener las palabras? Job 4:2
¿Quien podrá detener las palabras? Los amigos de Job fueron a visitarlo, después de que el haya pasado por una prueba y tribulación muy grandes. Estuvieron a su lado siete días sin decir una palabra; pero en cuanto Job, empezó a hablar, sus amigos no pudieron quedarse callados; si no que con esta introducción que se encuentra en el texto de arriba, comenzaron sus discursos.
Lamentables, por supuesto, por que a veces, cuando una persona se encuentra en el dolor es preferible no tratar de adivinar por que le pasó esto.
Es mejor asentir en silencio, ya habrá otros momentos para hablar y decir aquellas cosas que tenemos guardadas, habrá tiempo para la filosofía, y la contienda espiritual.
Pero el creyente que no sabe guardar silencio, debe hacerse un examen espiritual, por que seguro que en él, hay algo que no está bien.
Cuando vamos a ver a alguien que queremos ayudar, debemos estar más dispuesto a escuchar que a hablar, si no escuchamos, no podemos hablar.
Mucha gente no esta dispuesta a escuchar, por que ya determinó lo que va a decir y cuando la otra persona habla, solo está esperando que termine de decir, sin importar su contenido, para desenbuchar lo que lleva adentro para decir.
Es lamentable, y cómo hijos de Dios, si hacemos de esta manera con el mensaje del evangelio, estaremos en un grave error, lastimando a las personas en ves de ayudarlas a entender el mensaje de Dios para sus vidas.
Pidamos a Dios oídos para oír, por que si no podemos escuchar a nuestro prójimo, tampoco podremos oír a Dios.
Muchas veces creemos que podemos sentar a una persona y tenerla dos o tres horas escuchándonos, y si no lo hace, lo primero que hacemos es acusarla de revelarse contra Dios, hasta en eso somos atrevidos, cuando en realidad somos nosotros los que debemos escucharlos a ellos y al fin del discurso; podremos poner nuestro bocadillo que será de bendición para sus vidas.
¿Quien podrá detener las palabras? Los amigos de Job fueron a visitarlo, después de que el haya pasado por una prueba y tribulación muy grandes. Estuvieron a su lado siete días sin decir una palabra; pero en cuanto Job, empezó a hablar, sus amigos no pudieron quedarse callados; si no que con esta introducción que se encuentra en el texto de arriba, comenzaron sus discursos.
Lamentables, por supuesto, por que a veces, cuando una persona se encuentra en el dolor es preferible no tratar de adivinar por que le pasó esto.
Es mejor asentir en silencio, ya habrá otros momentos para hablar y decir aquellas cosas que tenemos guardadas, habrá tiempo para la filosofía, y la contienda espiritual.
Pero el creyente que no sabe guardar silencio, debe hacerse un examen espiritual, por que seguro que en él, hay algo que no está bien.
Cuando vamos a ver a alguien que queremos ayudar, debemos estar más dispuesto a escuchar que a hablar, si no escuchamos, no podemos hablar.
Mucha gente no esta dispuesta a escuchar, por que ya determinó lo que va a decir y cuando la otra persona habla, solo está esperando que termine de decir, sin importar su contenido, para desenbuchar lo que lleva adentro para decir.
Es lamentable, y cómo hijos de Dios, si hacemos de esta manera con el mensaje del evangelio, estaremos en un grave error, lastimando a las personas en ves de ayudarlas a entender el mensaje de Dios para sus vidas.
Pidamos a Dios oídos para oír, por que si no podemos escuchar a nuestro prójimo, tampoco podremos oír a Dios.
Muchas veces creemos que podemos sentar a una persona y tenerla dos o tres horas escuchándonos, y si no lo hace, lo primero que hacemos es acusarla de revelarse contra Dios, hasta en eso somos atrevidos, cuando en realidad somos nosotros los que debemos escucharlos a ellos y al fin del discurso; podremos poner nuestro bocadillo que será de bendición para sus vidas.
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