
Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado. Romanos 4:7 y 8
Es verdad que casi siempre nos mostramos de una manera, y somos de otra, que ocultamos las cosas malas que habita dentro nuestro y que la mayoría de las veces no podemos con el mismo pecado que nos acecha. Casi siempre somos seducidos y atraídos por el mal quien desde adentro nuestro nos doblega y lo peor es que nos hacemos de un manto de santidad hacia fuera; que las personas que no nos conocen nos creen los más buenos de la tierra.
Nada podrá ocultarnos ante los ojos de Dios, ante quien estamos desnudos; pero sólo existe alguien, quien, si somos sinceros y ante el nos mostramos tal cual somos, El nos cubre. Derramó su propia sangre y con ella nos ha provisto de una cobertura, para que no andemos desnudos ante Dios, sino vestidos con la mejor vestidura; la de su propia santidad, el es Jesucristo.
Nada podrá ocultarnos ante los ojos de Dios, ante quien estamos desnudos; pero sólo existe alguien, quien, si somos sinceros y ante el nos mostramos tal cual somos, El nos cubre. Derramó su propia sangre y con ella nos ha provisto de una cobertura, para que no andemos desnudos ante Dios, sino vestidos con la mejor vestidura; la de su propia santidad, el es Jesucristo.
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