Las buenas obras


Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Tito 3: 5,6,7

La regeneración, tiene que ver con el nuevo nacimiento, somos nuevas criaturas en Cristo, y la renovación es obra del Espíritu Santo, tiene que ver con un cambio de pensamiento. Si antes no nos importaban las buenas obras, ahora, por Cristo, pasan a ser parte de nuestra vida, no por una exigencia humana; sino que la misma nueva vida en Cristo nos va llevando lentamente a esa situación para que nosotros pensemos y sintamos cómo piensa y siente Dios.

Los que enseñan la palabra, deben procurar que las personas vengan a Cristo, y no exigir un cambio antes de que haya ese encuentro personal con El, las buenas obras vendrán cómo producto de ese encuentro, si la persona está en sus antiguos pensamientos y en su vieja naturaleza, exigirles las obras de Dios, se compara al hecho de poner remiendos nuevos en trajes viejos.

A veces actuamos de manera intolerantes con nuestros propios hijos, creemos estar en el derecho de exigirles cambios en sus vidas por el solo hecho de haberse criado en un hogar cristiano. Si bien es probable que nuestra influencia haya sido buena, eso no nos da derecho a exigirles un a transformación que ellos mismos no han experimentado.



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