
Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
¿Quien es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;
cosas demasiado maravillosas para mi, que yo no comprendía.
Oye, te ruego, y hablaré, te preguntaré y tu me enseñarás.
De oídas te había oído; más ahora mis ojos te ven.
Por tanto me aborrezco y me arrepiento en polvo y ceniza.
Job:42: 2 al 6
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