
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado. Romanos 7:25
Si mi deleite es Dios; ¿Que pasa con el pecado que hay en mis miembros? ¿Porque la religión me obliga a reprimir el pecado que habita en mi? Si Jesús comía con pecadores y permanecía con ellos para ayudarlos. Dios es mi elección, el me eligió a mi y yo también lo elijo a él, a pesar del pecado que hay en mis miembros, Jesucristo me ama así cómo soy y me ayuda. La religión me obliga a llenar mi mente de religión para contra restar el pecado, diciendo: "Si alimento el espíritu, la carne se debilita". De ese modo me tiene reprimiendo todo el tiempo al pecado y los deseos que hay en mis miembros, y así vivo reprimido todo el tiempo, hasta que no doy más, peco, y me siento condenado y por lo tanto me alejo de Dios.
De modo que hay más cristianos fuera de la Iglesia, que dentro de ella, por esa simple razón de no vivir en libertad. Libertad no es libertinaje, es elegir libremente, si elijo a Dios, ello hará que me deleite en él, me deleitaré en él a pesar de mi pecado, nadie me condena, soy libre. Elijo a Cristo, esa es mi elección, y mi elección hará que el pecado que habita en mi vaya menguando.
El pecado de mis miembros es destruido por la elección y no por estar todo el tiempo lamentándome y queriendo engañar a Dios con arrepentimientos y lágrimas y promesas de no volver a hacerlo más o sintiéndome condenado, señalado por mis hermanos y cosas por el estilo. Elijo a Dios, es mi elección y aunque me esté revolcando en el pecado, nada podrá apartarme de Jesucristo, no lo estaré crucificando dos veces por creer en su amor y su perdón, al contrario, le demuestro que no puedo, que soy carne, y soy débil; pero lo amo a él y deseo permanecer con él.
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