
Si tuviese cerca de él algún elocuente mediador muy escogido que anuncie al hombre su deber; que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención. El mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma.
Job 33: 23,24 y 27
Generalmente creemos que el deber del hombre con respecto a Dios transita los umbrales de la religión, Dios -religión-hombre. De allí se abren dos caminos; o el hombre se vuelve muy religioso o directamente se reusa a tener contacto con cualquier religión y sus exigencias.
Sin embargo el deber del hombre es con Dios y con su prójimo, esté donde esté y sea o no religioso. Lamentablemente muchas religiones han hecho de esa falta del hombre una razón para doblegar al hombre a practicar cualquier tipo de religión, pero esa deuda que el hombre tiene no es con ninguna religión en particular, sino con Dios mismo.
Por esa misma razón Dios ha provisto un mediador que le enseñe al hombre su deber, la vida esta hecha de deberes y privilegios, y esto es así para con todos, pero con respecto a Dios existe un solo deber que el hombre debe cumplir, se trata de reconocer que hemos pecado y pervertido lo recto y no nos ha aprovechado de manera que necesitamos un mediador que pueda redimir nuestras almas. Ese mediador es Jesucristo.
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