Ante la tristeza


Fortalezcan las manos cansadas, afirmen las rodillas endebles. digan a los de corazón apocado: esfuercensé, no teman; he aquí que el Dios de ustedes viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y los salvará.

Isaías 35:4 y 5

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