
El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quien le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
1 Corintios 2: 14 al 16
Es precisamente todo al revés de lo que nosotros pensamos, vivimos en un mundo donde llegado el momento de que todo llegue a su fin; se darán vueltas las cosas y lo que parecía al derecho será al revés. Del mismo modo que cuando alguien está tejiendo una manta y nos parece atractiva del lado en que la miramos, aunque se ven hilos atados y muchas imperfecciones, sin embargo al finalizar la tarea y ver que estábamos viendo solo el reverso del trabajo, se nos aclaran todas las cosas y nos parece muy lógico la tarea realizada.
El hombre espiritual es aquel que en esta vida percibe esas cosas, es el hombre que le da importancia al hombre interior, al ser que habita dentro nuestro y que tiene contacto con el mundo espiritual, ese mundo que el hombre natural vive negando y que lo toma como cosas de locos.
Sin embargo, es precisamente ese mundo espiritual, quien está por encima de este mundo natural y tiene dominio sobre él; pero justamente por la misma razón en que el hombre espiritual es superior al natural, es que tiene mayor responsabilidad.
El error viene cuando ese hombre espiritual hace un mal manejo de ese poder, porque en definitiva es un poder, el hombre espiritual por ese contacto con un mundo superior que el natural puede cambiar las cosas, porque dice "No mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven" ¿Y cuales son las que no se ven? No estamos hablando de fantasmas sino de esperanza, las que no se ven son las cosas que esperamos y en ello actúa la fe.
A mayor privilegio, mayor responsabilidad, si soy un hombre espiritual y percibo las cosas celestiales, me debo comportar como tal, si me considero superior por alguna cualidad, me debo conducir como tal, ser ejemplo en palabra, en conducta, obtener los logros que persigo por medio de la fe y aquellas cualidades espirituales que presumo poseer y no aprovechándome de la gente.
Muchos, "llamados hombres naturales" no quieren saber nada con las cosas espirituales por las paparruchadas de los llamados hombres de Dios, el abuso en el uso del dinero y el afán de perseguir más las cosas materiales que los mismos hombres naturales.
Si el hombre espiritual, quiere obtener bienes materiales, pues que haga uso de la fe y no de la gente. A Jesús le basto cinco panes de cebada y dos peces para dar de comer a una multitud y hoy a muchos, llamados "hombres de fe" lo les basta una multitud para dar de comer a quien necesite cinco panes y dos peces.
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