
Ustedes también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadan a la fe de ustedes virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
2 Pedro 1: 5, 6 y 7
De esta manera se ve el crecimiento de un hijo de Dios, comienza con la fe, pero luego aparece el fruto, como una planta que no solo da hojas, sino también otorga su fruto, delicioso y único como cada una de estas cualidades del cristiano, que son únicas en cada persona y no se repite el mismo sabor en otra.
Virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor, son cualidades hermosas en una persona que no solo se conforma con creer en Dios, sino que también permite que la vida de Cristo se vean en la suya, a través de estas cualidades que irán madurando en la persona con el paso de los años.
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