
Pero tú, Belén, Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de tí me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salida son desde el principio, desde los días de la eternidad.
Miqueas: 5:2
Y aconteció, que estando ellos allí (José y María), se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Lucas 2: 6,7
No hay lugar más pobre para un niño que un pesebre, ni vivienda más humilde que un establo, cualquier madre cuando está por dar a luz un bebe sueña con tener al menos su cunita o un moisés, María envolvió a Jesús en pañales y lo acostó en un pesebre, que imagen tierna y la vez conmovedora que a través de los siglos trajo esperanza al mundo.
¿Será tu corazón como un pesebre? ¿Será tal vez rústico, tal vez inadecuado; pero dispuesto?
O ¿Será, cómodo y con todas las luces, pero cerrado para él?
Así recibió el mundo a Jesús, con las puertas cerradas, solo un establo donde vivían los animales lo recibieron, ellos con sus pezuñas, pelos, patas y su limitada condición lo recibieron, le ofrecieron todo lo que tenían en esta vida, tan triste y tan pobre para ellos, por ser tan maltratados por el hombre; pero tuvieron el placer de recibir al Rey de Reyes y Señor de Señores.
¿Lo recibirías tú?
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