Dios no es algo místico
Las personas buscan a Dios y para ello se preocupan por buscar alguna imagen, o algún simbolismo para hacer que lo místico se haga un poco realidad en sus vidas.
Sin embargo Dios está mucho más entre nosotros, de lo que nosotros podemos imaginar. Tiene que ver con el trabajo, la crianza de los hijos, el momento de hacer los mandados, y todas las pequeñas cosas cotidianas que a nosotros se nos ocurra pensar.
El descendió a nosotros en la persona de su Hijo Jesús, y aquí quedó en la persona del Espíritu Santo, para siempre, inútil es que nosotros queramos elevarnos hacia él.
Disfrutemos su existencia cotidianamente, hagamos de su vida parte de las nuestras, el mejor culto que le podemos ofrecer puede ser el trabajo, el amor hacia nuestros hijos o seres queridos, el amor al prójimo, que muchas veces empieza por casa.
Existen personas que hacen muchas cosas por obtener el favor de Dios; sin embargo. muchos que emprenden esa preciosa búsqueda descuidan lo esencial, y lo que importa a Dios, la mayoría de las veces, esta más cerca nuestro de lo que nosotros mismos podemos imaginar.
Mira a tu alrededor, quizá una planta necesita agua, un animal un poco de cariño, y sobre todo, muchos humanos; un poco de atención.
El simbolismo no siempre representa a Dios, y la mayor parte de las veces representa al ser humano mismo en su pretensión de acercarse a Dios, y la insistencia de buscarlo a nuestro modo, porque el simbolismo lo podemos manejar nosotros, a Dios no.
Las cosas que pide Dios, son a nuestro parecer de poca relevancia, nadie va a destacarse por ser una buena madre o un buen padre, buen vecino o amante de los animales. Lo mismo ocurre cuando se trate de cumplir con nuestras responsabilidades, el trabajo y la honestidad. Sin embargo es allí donde Dios nos quiere la mayor parte de las veces.
Es fácil descuidar todo eso y transformarse en un gran devoto adorador, un gran lector de la Biblia o quien hace largas oraciones, así mismo usar largas vestiduras o dejarse el pelo a lo nazareo, cumplir con muchos ayunos y dietas milagrosas.
Todo parece tener un mérito en sí, pero a quien puede importar aquel sencillo ciudadano, responsable y útil, que la mayor parte de su tiempo los ocupa en brindar amor a quienes ama.
Las personas buscan a Dios y para ello se preocupan por buscar alguna imagen, o algún simbolismo para hacer que lo místico se haga un poco realidad en sus vidas.
Sin embargo Dios está mucho más entre nosotros, de lo que nosotros podemos imaginar. Tiene que ver con el trabajo, la crianza de los hijos, el momento de hacer los mandados, y todas las pequeñas cosas cotidianas que a nosotros se nos ocurra pensar.
El descendió a nosotros en la persona de su Hijo Jesús, y aquí quedó en la persona del Espíritu Santo, para siempre, inútil es que nosotros queramos elevarnos hacia él.
Disfrutemos su existencia cotidianamente, hagamos de su vida parte de las nuestras, el mejor culto que le podemos ofrecer puede ser el trabajo, el amor hacia nuestros hijos o seres queridos, el amor al prójimo, que muchas veces empieza por casa.
Existen personas que hacen muchas cosas por obtener el favor de Dios; sin embargo. muchos que emprenden esa preciosa búsqueda descuidan lo esencial, y lo que importa a Dios, la mayoría de las veces, esta más cerca nuestro de lo que nosotros mismos podemos imaginar.
Mira a tu alrededor, quizá una planta necesita agua, un animal un poco de cariño, y sobre todo, muchos humanos; un poco de atención.
El simbolismo no siempre representa a Dios, y la mayor parte de las veces representa al ser humano mismo en su pretensión de acercarse a Dios, y la insistencia de buscarlo a nuestro modo, porque el simbolismo lo podemos manejar nosotros, a Dios no.
Las cosas que pide Dios, son a nuestro parecer de poca relevancia, nadie va a destacarse por ser una buena madre o un buen padre, buen vecino o amante de los animales. Lo mismo ocurre cuando se trate de cumplir con nuestras responsabilidades, el trabajo y la honestidad. Sin embargo es allí donde Dios nos quiere la mayor parte de las veces.
Es fácil descuidar todo eso y transformarse en un gran devoto adorador, un gran lector de la Biblia o quien hace largas oraciones, así mismo usar largas vestiduras o dejarse el pelo a lo nazareo, cumplir con muchos ayunos y dietas milagrosas.
Todo parece tener un mérito en sí, pero a quien puede importar aquel sencillo ciudadano, responsable y útil, que la mayor parte de su tiempo los ocupa en brindar amor a quienes ama.
Comentarios
Publicar un comentario